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Víctimas del conflicto armado ¿Todos somos víctimas?. Testimonio de una verdad invisible



El tema principal en este artículo de opinión, trata sobre las víctimas del conflicto armado en la región caribe colombiana.


Aunque hoy los guerreros no usan lanzas como armas y las parteras a lo mejor usan batas: la Comisión de la Verdad Colombia señala para el 2016 la región concentro el 28 % de las víctimas.


En la temática de la guerra política nacional como tal, hay que resaltar que desde el año 2016 los compromisos de ambas partes firmados en la ciudad de Cartagena (Gobierno y Farc) aún se mantienen en cuestionamiento, sobre todo por la cantidad exacerbante de asesinatos sistemáticos de líderes sociales y las aristas o coldos bélicos llamados disidencias de las farc y militares conservadores que habitan la región caribeña.


Una víctima directa del conflicto armado, y que habita hoy en la ciudad de Cartagena nos facilitó el siguiente testimonio:


“La unidad de victimas es el ente gubernamental que se creó en el marco de la ley de víctimas; restitución de tierras, para la atención, la asistencia y la reparación integral a las víctimas del conflicto armado.”


Tuve personalmente la oportunidad de asistir a un congreso de estudiantes realizado en el año 2018 en la Universidad Industrial de Santander, en la ciudad de Bucaramanga. Allí Jesús Santrich, dirigente de las actuales disidencias de las farc, expresaba un discurso inicialmente apacible, discurso que se tornó eufórico e iracundo minutos después cuando las estadísticas económicas expuestas por este, señalaban y acusaban a un sector de la sociedad colombiana (entre ellos ganaderos, políticos y empresarios de distintos sectores de la región caribe) de traidores egoístas y asesinos en serie. Razón según él por la cual seguía combatiendo al sistema político colombiano.


Por otra parte las superficiales infraestructuras que ejercitan y resguardan a los militares y policías colombianos de la región caribe siguen funcionales y se mantienen dispuestas. Las personas esquivas a los conflictos, tan solo el tiempo nos expondrá la razón.



Teniendo claro el contexto del conflicto armado en general, y la discriminación específica para la región caribe, surge la interrogante de ¿quiénes son las víctimas? ¿Son personas aisladas de nuestras vidas? O ¿son personas vistas con desdén o por la cual se debe sentir compasión o lastima?


Esta región mantiene disputas por control político y territorial, ya sea en los matorrales selváticos de serranías y veredas o en el central casco urbano de los municipios o ciudades. Al hablar de víctimas del conflicto armado colombiano nos referimos a afrodescendientes, tuchineros, wayuus, caucásicos, mestizos y demás etnias del caribe pertenecientes al ejército nacional, organizaciones guerrilleras, campesinos y civiles de distintas edades, más el auge de las distintas bandas narcotraficantes que conviven en los barrios, espacios privados y espacios públicos de la región caribe.


Los intentos gubernamentales como el programa de restitución de tierras a los campesinos despojados, la creación de infraestructuras destinadas a la atención de las víctimas, entre otros… Aunque en marcha, aún persisten las inseguridades a causa de los grupos anteriormente resaltados.


También la persona que nos brinda el testimonio asegura:

“el recurso de las víctimas no alcanza para reparar todas la víctimas, porque se invierte más en otras cuestiones, como por ejemplo en la guerra, la guerra está financiada mientras que las victimas están desfinanciadas.”


A esto se suma el terrorismo camuflado ya sea por parte de los secuaces policiales o la militancia de guerrilleros, y ni hablar de los grupos narcotraficantes y sus unidireccionales métodos para mantener sus intereses. Ante esta adversidad algunos optan por la venta de la parcela y se mudan a urbes en busca de un futuro que les haga olvidar el trágico pasado. Estando en la ciudad enajenada por burgueses adinerados y subculturas xenofóbicas, se discriminan automáticamente y se ven inmersos en una clasificación binaria de la población: ricos y podredumbre. La fuerza pública mal distribuida y las masas inconformes asimilan y prolongan el panorama conflictivo de los campos, muchos despojados descubren que las represiones también existen en gran parte de los espacios citadinos. Esto conlleva a la penosa conclusión de que victimas somos todos, unos más marcados emocionalmente por pérdidas inconmensurables, pero en últimas instancias víctimas.



La opinión aquí es más que todo invitación. Invitación a la concientización tolerante de los espacios que habitamos, a la mirada razonable que conducirá a ceremonias o rituales pasivos. Bogar por la reorganización de una sociedad “históricamente violenta” es entender los principios y pilares de cada uno de nosotros, las identidades, gustos y creencias no son motivos para infundir violencia. En un universo tan inmenso esta opinión surge cerca al día oficial de las víctimas, el día de todos, ya que al estar nuestras actitudes condicionadas comúnmente por la economía nefasta y trágica del sistema capitalista, tanto en el monte como en el asfalto, el valor es representado en papeles toscos y metales redondos.


Cuando expreso reorganización social, me refiero especificando ejemplificando a que somos róbalos, tiburones, pirañas y pargos enlatados con sardinas. Vaya a saber el soldado indemnizado de la otra cuadra y su vecino bullicioso y amante del jolgorio a lo que me refiero.


Aunque existen lugares destinados para la protección de las personas involucradas en la conclusión del conflicto armado, no hay que desconocer el ambiente tenso y de desconfianza constante que se torna sigilosamente en espacios de la sociedad caribeña. Ya sea por rencores y deseos de venganza acumulados individual o familiarmente en victimas de ambas partes o por la confusión y desesperación que genera el miedo a la muerte y la desdicha.


Alentar igualdad es la mejor opción para quienes visualizan un territorio rico en naturaleza ambiental y por contrario dejan en algún lugar marchito de la historia los acontecimientos indeseados.


Este artículo de opinión, también es invitación y además es un homenaje a las víctimas, a todas, tanto a los que han sufrido directamente las consecuencias por la pérdida de seres queridos hasta los que tenemos que soportar las pretenciosas imposiciones guerreristas que se viven a diario en nuestra comunidad o vecindario.


La revista Afrocaribe brinda este artículo como aporte a un precedente social, en mira de un horizonte nuevo y enriquecedor que siembra y promueve en las conciencias de sus lectores semillas de tranquilidad para recoger frutos de tolerancia en lugares de reconciliación.


Por: Hector Pérez Bettin

Hudroc Vida Peace Oficial

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Tel. 3233981270









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