San Cayetano, al son de Bullerengue.
El Cerro de Toro y el Cerro de Songó, cubre el alma de mi pueblo…
“En donde más calmado me siento, suena un Bullerengue que arrebata cada poro de mi piel” Es la frase más sencilla que puede describir mi sentir en esos momentos. San Cayetano-Bolívar, tierra hermosa de cantos y sonares de tambores, sólo hasta el día de hoy y en este lugar pude admirar con pasión lo que mi herencia africana nos dejó.

Este pueblo antes nombrado Gallo, acudía al llamado que hacía el tambor en su vecino pueblo, caminaban hacia San Basilio de Palenque a gozar de las fiestas haciendo honor al folclor que hoy disfrutamos todavía, y como buenos religiosos también visitaban la iglesia a falta de la suya propia; entre montes y caminos oscuros la pasión por sus creencias se hacía notar. ¡Mi pueblo está lleno de cultura y amor! Así me decía un buen amigo contando cómo la aparición de un santo en el camino, hizo que hoy esta tierra tuviera el nombre de San Cayetano. Creo que a raíz de esto, se empezó con el proceso de evolución en el pueblo, ya que el santo reposaba en una de las casas del barrio palenquito, pero se hacía necesario tenerlo en una casa solo para él y Dios; se hacía necesario tenerlo en una iglesia, la cual pasó por tres periodos, de tabla, de barro y finalmente de material, ubicada hoy en día en el espacio que antes era un cementerio.

Llegar a San Cayetano, fue regresar a casa, fue sentir el aire puro de un mundo escondido pero lleno de cultura, que emana el inicio de nuestra historia; llegar allá es sentirse en familia, es sentir que eres parte de la tribu sin saber el nombre del cacique.
En la búsqueda de la historia perfecta partí a descubrir el mundo del Bullerengue y el Son de Negros, no encontré lo que andaba buscando, encontré lo que necesitaba. Impresionantemente San Cayetano me dio lo ideal, sin pedirlo y sin saberlo; siempre he pensado que estamos en el punto exacto, aún aunque no lo creas la vida te da momentos mágicos y usa a sujetos que sirven de puente para entregarte lo esencial; caminar por 15 minutos entre arbustos para llegar a la poza de mandinga y luego disfrutar del sonar de un buen tambor que atrapa a grandes y chicos en una rueda mágica y que encierra la pasión de los que aman su cultura, me llenó de vida, me llevó al punto exacto de la felicidad.

Festividades.
En el mes de agosto, San Cayetano celebró sus fiestas patronales, un derroche de música y color por sus calles, demostrando un año más la gran riqueza cultural que tienen… fue un honor caminar al lado de su gente acompañando a los niños, que disfrutaban de la tradicional Cabalgata de Caballitos de Palo. El grupo Bullerengue Ancestral, exaltaba este ritmo y el son de negros mostraba el orgullo que sentimos de nuestra herencia africana. Ahora están a la espera del mes de octubre para celebrar el Festival del Ñame que reúne los mejores exponentes de la agricultura mostrando sus magníficos cultivos.

Un extra de Felicidad.
“mañana que yo me vaya, ¿quién se acordará de mí? Solamente la tinaja por el agua que bebí” Petrona Martinez, Canción: A rro rró.
Entre Malagana y San Cayetano, se encuentra la vereda de Todo Sonrisa, y en ella a la orilla de la carretera vive Joselina Llerena Martínez (La niña) hija y heredera de Petrona Martínez; bajo lluvia y en su acogedora casa, me cantó un bullerengue que llenó mi alma de felicidad y erizó mi piel en su totalidad, esta hermosa mujer me dio ese extra que todos necesitamos, me dio un espacio tranquilo y sereno en el que sin duda podría vivir el resto que me queda de vida, alimentándome sólo de su energía y su bella aura. Ella es todo un ejemplo de tenacidad y perrenque, hace parte del grupo de su madre Petrona, es mujer cabeza de hogar, agricultora y cantadora, a ninguno de sus roles les puedo llamar trabajo, porque aunque viva de ellos los disfruta al máximo y no los dejaría de hacer por nada, pero creo firmemente que hasta después de muerta seguirán brotando bullerengues de su boca, ya que de eso está hecha su alma.

No podría pedir más de esta gran aventura que me enseñó el verdadero sentido de la vida y a respetar a todos aquellos de elevan nuestro folclor ante el mundo, por eso al regresar de allá, noté que mi corazón quedó marcado…
"Si no me encuentras búscame allá… allá dónde inició mi vida y mi historia, en ese sitio dónde no puedo pensar que existo, porque agobiarte se hace difícil, sólo puedo sentir y vivir sin parecer estar vivo; búscame dónde el fandango de lenguas me hace vibrar y el bullerengue sentao saca las lágrimas que tengo escondidas desde hace muchos años; búscame a la orilla del río que moja mis pies y se lleva las penas en su corriente. Búscame, allá dónde si respiro"
Que viva mi herencia africana.
Por: Miguel Marrugo