top of page
  • Foto del escritorAfro

El paso de Iota por Cartagena. El rostro de los afectados

Al entrar al coliseo los sentimientos fueron variados, es como si la mente entrara en un estado ilógico de incoherencia. El drama que se vive en los refugios golpea fuerte.

Aunque el huracán Iota no golpeó tan fuerte la ciudad de Cartagena, si dejó muchas familias afectadas por las duras lluvias. Lastimosamente esta ciudad no está preparada con un plan de emergencia efectivo, no solo es hablar y lanzar enunciados sin pruebas, el desastre natural nos confirmó eso; no estamos preparados para enfrentar desastres como este. Sin señalar a nadie, el llamado es a reorganizar la administración que está al frente de este sistema de emergencias para que la naturaleza no nos coja dormidos como en Armero.



El refugio para los afectados situado en el coliseo de combate, está lleno de tantas emociones que te abordan a la vez, muchos viven la incertidumbre de no saber que viene después y otros solo viven el día de hoy sin estrés, esos son los niños, aquellos que encontré jugando y riendo, fue ahí cuando me detuve a pensar que ellos son los verdaderos afectados y no lo saben.


Nosotros los que no fuimos afectados por las lluvias, los que dormimos cómodos en cama y no sufrimos del frío nocturno de la calle, no alcanzamos a imaginar la gravedad de lo que sucedió; entre el llanto de los niños mas pequeños y los reclamos de sus padres por una respuesta de lo que vendrá en adelante para ellos, me di cuenta que a veces nos olvidamos del dolor ajeno solo porque no nos “compete” (según), porque más allá del color, la procedencia o el género, estamos unidos por el echo de ser seres humanos, y esto lo confirmé al acércame a un grupo de personas Venezolanas que manifestaron su desesperación con una frase: “no sé a donde ir si me sacan de aquí”


Al escuchar la historia de una mujer que llegó de Venezuela hace un año con sus 4 hijos en busca de un mejor futuro para ellos, pensaba en lo mal que podían estar pasando es su país y en lo peor que de pronto lo están pasando acá ahora, y es que básicamente están en la calle, porque ¿A dónde irán cuando los saquen del refugio? En casi llanto me contó que su hija de 2 años cumplía ese día, y en medio de la desolación se le dio un momento de paz, pues en poco tiempo llegó la torta para celebrar, y mas que celebrar el cumpleaños de la pequeña, festejamos que están vivos.



Aunque el panorama es poco alentador, los invito a que se unan a forjar lazos con los demás, a darle la mano a quien lo necesita, a vivir de corazón, a recorrer el camino con esos que necesitan un bastón y a guardar en la memoria no en un teléfono lo que hacemos por ellos. Los invito a reflexionar sobre lo que somos y en lo que nos convertiremos, no en lo que tenemos, porque al fin de cuenta mañana viene la naturaleza y se lo lleva.


¿Cómo podemos contribuir a mejorar la ciudad?

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hermanos afectados?


Por: Miguel Marrugo

Foto: Javier García

35 visualizaciones
bottom of page