Cascajal: Lo hermoso de los pueblos colombianos.
Sin duda no existe algo más sabroso, ¡Darme unos hondazos en la hamaca debajo del palito de mango para reposar el sancocho que acabo de ingerir!
Mi familia es grande... ¡Ja! que digo grande, es numerosa. En tiempos atrás mis abuelos no tenían como protegerse y sin desviar el instinto natural del amor, a cada rato mi abuela quedaba embarazada llegando a tener 11 hijos. Ninguno de ellos vive en Cascajal (un pueblito jurisdicción de Magangué) algunos viven en Bogotá y otros en Cartagena, los únicos que siguen en Cascajal son mis abuelos, la señora Dominga y El señor Clímaco. De esta combinación cultural de colores y textura nació una variedad de hijos con diferencias hermosas que los caracteriza con gran distinción.

Mi tío Duvan cumple años el 6 de enero, el día en que todo el pueblo está de celebración por el famoso fandango, gracias al primer motivo la gran mayoría de los integrantes de la familia se reúne para la celebración, no importa cuántos kilómetros nos toque recorrer para poder llegar, solo lo hacemos. Por una vez al año la familia está toda reunida y de esa forma los abuelos pueden ver a todos sus hijos, nietos y bisnietos.
Al principio yo no quería ir a un “Pueblo” (muchos piensan así) eso fue por allá como en 2011, yo pensaba que los mosquitos me comerían, no me imaginaba recogiendo agua en el balde y muchas cosas más absurdas de las cuales me perdía por ignorancia cultural, ahora disfruto cada instante que paso en mi pueblo.
No cabemos en casa de los abuelos ¿Cuántos de ustedes si?
¡Después que se cierran las puertas lo que sobra es cama!

En los pueblos no se ve el desarrollo o las comodidades a las que estás acostumbrado en la ciudad, hay muchos pueblos donde el agua no llega todos los días, no tienes señal en el teléfono, hace calor como no tienen idea y todo eso es abrumador, pero también se disfruta. Con suerte cuentan los cascajaleros qué por su ubicación queda a 15 minutos de Magangué, allí nos abastecemos de gasolina, podemos ir al éxito (logro de la gata) y una olímpica “gracias Char” pero sin ellos creo que también podríamos ser felices. Además cascajal cuenta con una ciénaga; punto a su favor.
Está ese dicho que nos queda al pelo, luego de que la puerta se cierre todos cabemos en la casa de Clima y Minga, en colchonetas, hamacas, en cualquier esquinita, peleamos por las camas, sí, pero luego terminas durmiendo con el primo antipático que en la ciudad ni te saluda o con la tía regañona (Tía Virginia esto no es con usted) La motetera en los cuartos, el montón de maletas, el desorden nos invade, pero somos felices de convivir todos por unos días, eso nos gusta, es divertido, no hay indiferencias, todos compartimos desde los más pequeños hasta los más viejos. Y eso que las casas en los pueblos son grandes.
Lo sabroso de los pueblos de la costa Colombiana
Lo sabroso esta en ir por la calle con toda confianza, saludar a reimundo y todo el mundo.
Se escucha vallenato las 24 horas al día, se bebe ñeque, aguardiente, Wisky y hasta el agua bendita. Como buen pueblo debe tener una cantina “Las Palmas” ¿Cómo se llama en tu pueblo? abre sus puertas con exclusividad, los cascajaleros lucen su mejor pinta para la noche de parranda, no importa si los tacones se ponen mojoso cuando quieras llegar a dicho lugar, pero tú tienes que ir elegante o mejor no vayas. Una noche de descontrol en Las Palmas, como todo el mundo se conoce, tragos van y vienen, y si no tienes el control terminas tirado en la terraza de cualquier casa vomitando (como le pasó a un amigo mío) o queriendo llevarle serenata a tu ex(no es mi caso), en el último siendo canalizada por el primo doctor debajo del palito de mango por un coma etílico (no nos daba tiempo de llevarla a Magangue) ¿Se pierde el control de esa manera? Sì, y puede ser peor. Coméntame tu mejor borrachera en el pueblo…

La gente es amable… más libre, se siente segura, sin inconvenientes. Nos relajamos en la terraza pa’ coger un poquito de fresco mientras las anécdotas y recuerdos empiezan a ser revelados. A los más pequeños les encanta ir a bañarse en la ciénaga, así disfrutan su día al mejor estilo de cascajal. Por su parte los adultos convierten el patio en el mejor casino al estilo Las vegas pero en versión criolla. Disfrutando esos pocos días en tranquilidad, olvidando el trajín de la ciudad y disfrutando todos en familia.
Variedad de comida
El suero, yuca, mazamorra, viuda uff…

Recuerdo cuando exclamaron ¡Mi mejor desayuno ha sido yuca con suero y huevo revuelto! Pero, ¿dónde me dejan los patacones y el tradicional café? Siempre he pensado que el sancocho en leña queda mejor, y todo lo que se cocine bajo este método es perfecto, esta es la esencia del pueblo. Alguna vez me hablaron del color de la sabana, de ese aroma pueblerino que es inconfundible, pero el sabor es la máxima expresión de felicidad que se puede encontrar. Es común que cada familia tenga su tierrita y se provean de sus cultivos para hacer las sopas que no faltan al mediodía y mote de queso que no tiene parecido en la ciudad. Para hacer los bollos el maíz se cocina en la noche y al día siguiente se muele a las 4 am, hora que aprovechan las mujeres para cocinarle a sus esposos y que se lleven una buena comida para el monte. Esto es mi pueblo, mi gente pueblerina que nace y vive del monte.
Temor
En multiplex ocasiones mi padre me dice “Disfruta de estos días, no sabemos cuánto va a durar” y me pongo a pensar el día que vaya y alguno de mis abuelos ya no este… creo que será duro para todos, no sabremos cómo reaccionar. He pensado mucho la vez que estemos todos reunidos y alguno de ellos falte. Al fin y al cabo el centro de atracción son ellos, el principal motivo de reunión son clima y minga. La nostalgia me invade, las emociones me inundan el corazón. Lo que tratamos de hacer todos es disfrutar de ellos al máximo. No olvidaré las incontables anécdotas del abuelo, todas sus aventuras, y recorridos de un lugar a otro, muchas veces me identifico con él, ese espíritu aventurero y el amor al arte que me heredó.
Cada sensación que se vive es mágica, sin duda marca nuestra vida, por muy pequeña que sea la experiencia siempre va a producir algo en ti. Tengo la gran fortuna de tener un pueblo donde ir, borrar mi mente de todo lo demás y simplemente disfrutar, de su cultura, de su gente, su gastronomía, de todo lo que nos brindan los pueblos colombianos.
Por: Gaby Álvarez