Carta a mis hermanos: Mi bella e histórica Cartagena de Indias ¡NO la dejemos morir!
Han transcurrido 487 años desde que Pedro de Heredia fundó la ciudad de Cartagena, con favorabilidades y contrariedades por tal acto, es el mismo nombre que hoy en pleno 2020 y en medio de la pandemia del Covid-19, nos llena a muchos de satisfacción y orgullo.

Hoy, los invito a familiarizarnos brevemente con un lugar prehistórico e histórico, que al analizar sus anécdotas y desenlaces brindan como resultado un incierto mágico y atractivo que incrementa un amor cautivo por esta fantástica ciudad. Aunque es sabido por casi todas las personas, los principales sucesos históricos llevados a cabo por amerindios y españoles: la confusión de los navieros colonizadores españoles con respecto al cerro de la popa, las intensas batallas entre colonizadores e indios, la construcción de baluartes y murallas fortificadas para defender el triunfo obtenido por parte de los españoles, la emancipación de un grupo de nativos, africanos, criollos y mestizos para lograr la independencia de la corona española…entre otras. Pero… ¿Qué sucedía antes de esto? ¿Quiénes habitaban y qué prácticas se realizaban en este territorio?

La respuesta la encontramos en los estudios del austríaco Gerardo Reichell- dolmatoff. Aunque suene paradójico, un exintegrante de las milicias nazis fue el primero en hablar de identidades amerindias, y no solo en Cartagena, en toda la nación de Colombia. En estos hallazgos se pudo establecer a través de métodos arqueológicos la existencia de poblaciones humanas que se movilizaban de un lugar a otro, recolectando moluscos, cazando mamíferos y practicando la pesca para su alimentación. Estos grupos nómadas cazadores- recolectores fueron los primeros humanos en ocupar nuestra actual Cartagena, a medida que la población entre ellos incrementó, surgió la necesidad de establecerse sedentariamente, hasta que las prácticas de comercio incipiente promulgaron las leyes culturales de indios caribeños organizados, que se comunicaban con tribus de otros territorios, tanto para intercambiar conocimientos hasta para disputar terribles batallas. Entre las tribus de tal complejidad social se destacan los indios Calamares y los indios Yurbacos. Posteriormente acaeció la conquista de los españoles, fueron 278 años de yugo europeo. En este periodo de imposición se construyeron casas con estilos coloniales, se trasladaron negros africanos para que realizarán la servidumbre y mano de obra, se establecieron leyes políticas y comerciales. Pero, sobre todo: se empezó a forjar un pensamiento virtuoso por su mezcolanza cultural. Las tradiciones traídas del África más las conservadas por los indios nativos, las implantadas por los españoles y el auge de los mestizos.
Nuestra hermosa Ciudad fue la primera en Colombia en manifestar su independencia, un 11 de noviembre de 1811 se proclamó el grito de libertad. Hace 209 años dimos ejemplo al resto de ciudadanos de una subyugada región, que era posible emprender la reconstrucción de una identidad propia, bajo las leyes de una cultura digna legislada por ella misma. Nuestra Ciudad es inspiración de nativos y extranjeros, para constancia de ello, hace 29 años en el 1991, la Unesco la declaró distrito turístico y cultural. Y aunque muchas han sido las transformaciones, son atributos que hoy nos motivan y provocan evocar; ya la vía férrea ubicada desde el centro histórico hasta Gambote para transportar hacia la Santa fe colonial lo producido y saqueado no está, ahora es lo que conocemos como avenida Pedro de Heredia. y los pocos barrios principales se fueron minimizando ante el denso reproductivo de los demás. Cambios trascendentales con cuerpos benéficos y otros infortunios, pero todos amoldados al diseño histórico de la identidad de una maravillosa Ciudad.
En los más recientes análisis estadísticos, el director del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, Juan Daniel Oviedo le comunica al actual alcalde Willian Dautt que existimos 1.028.736 habitantes. Y quizás no sea deber de cada uno de ellos conocer y amar a su ciudad, pero a lo que a mí compete, como agradecimiento mínimo es redactar este resumen como homenaje a su grandiosa y reconocida majestuosidad.
Por: Héctor Alonso Pérez Bettin.